Cuando los autos son más que medios de transporte, cuando son miembros de la familia, cuando son un estilo de vida, duele cuando se van. Verlos irse, inmolándose, es devastador.
Piojo 2 fue amor a primera vista, llegó sin avisar y nos enamoró de inmediato, y ¿Cómo no? si era el más lujoso y deportivo en su especie, era un Brabus.
De inmediato se convirtió en mi orgullo, cada que podía lo presumía, su aparición en distintos car shows de Kansas no se hizo esperar.
Fue nuestro primer auto con asientos de piel calefactables, pantalla táctil y navegación, pedales, rines y escape deportivo. Fue nuestro primer mini-auto de lujo, nuestro capricho de verdad.
No estoy seguro si lo disfrute como se lo merecía, no se si lo consenti como debía. Lo único que sé es que dolió su partida. El verlo morir y no poder ayudarlo, verlo consumirse, derretirse y no poder apagarlo será una pesadilla que durará mucho tiempo. Es verdad, nadie resultó herido, y pudo haber sido peor, yo trataré que su muerte no sea en vano, buscaré respuestas y responsables. Piojo 2 no merecía morir así,apenas tenía 5 años y 15,000 millas. Era mi bebé, y yo lo voy a extrañar.