Se veía venir. Ya se los había anunciado. Los días de la Vallena con nosotros estaban contados desde el momento en que supimos que el bebé número 7 venía en camino.

Quise alargar su estadía agregandole un asiento y convirtiendola practicamente en una LS con su capacidad para 9 pasajeros.

La Vallena llegó a nuestras vidas por pura casualidad: en el viaje a Texas cuando fuimos por la Pulga, la vimos y fue amor a primera vista. En ese viaje regresamos con 2 autos nuevos para nosotros.

En poco más de 4 años y medio recorrimos juntos más de 41,000 millas, es la que más nos ha paseado llevandonos hasta Denver, Colorado, rumbo al Oeste; hasta Bowling Green, Kentucky hacia el Este y hasta Manzanillo, México rumbo al Sur.

Y aunque siempre se portó a la altura llevandonos en extrema comodidad y seguridad, algo me dice que a la Vallena le llegaba el temor siempre antes de iniciar un viaje largo, sino ¿Cómo me explican el que antes de cada odisea se le prendía algún testigo? Aclaro que una vez iniciado el viaje la Vallena se comportaba de maravilla.

Precisamente por eso es que después de la aventura de este verano pasado decidimos que se quedaría con nosotros un tiempo más.

Durante ese tiempo y millas vivió muchas aventuras aparte de los paseos, por ejemplo: dejo de ser una Suburban para convertirse en Smartburban, fue testiga del crecimiento en edad y número de hijos de la Flia. R.G. pasando de ser 6 miembros a los actuales 9.

Pero no todo fue color de rosa, en ese mismo lapso de tiempo la Vallena fue victima del uso y abuso en forma de un interior utilizado como comedor y lienzo de arte infantil y un exterior flagelado por golpes que lleva hasta el día de hoy cual cicatrices que no han sanado.

La Vallena se va, y estoy seguro que a donde vaya y con quien vaya los hará felices. Me queda el consuelo de saber que antes de ser puesta en adopción la dejaran nuevamente como en sus mejores tiempos, estará mejor que nunca, regresará a esa época cuando la vimos por primera vez y nos enamoramos de ella. Adiós Vallena.