Ya les conté que hace poco más de un mes, durante 10 días recorrí casi 30 mil kilómetros. Todo un récord al menos para mi si tomamos en cuenta, que, por ejemplo, en 5 años fue lo que le metí a uno de mis autos.
Por primera vez en una decada viajaba solo, soltero, sin compromisos ni preocupaciones, bueno si, tenía algo de, llamemosle temor por subirme a tanto avión a tal grado que a pocos días del viaje contraté un seguro de vida….por si las dudas, también todo se acomodó para que visitara a mi familia en México….por si algo pasaba. Y eso que todavía no sucedían los recientes avionazos. Les cuento la aventura numerando los aviones:
1er avión: Mi primer vuelo fue Kansas City a una escala en Houston, Texas. El avión, como les conté era diminuto, United sólo ofrece un vaso con la bebida de elección.
2do avión: Vuelo Houston- «Ciudad México» que es como la llamaba la tripulación. Unas horas después y con el primer avión retrasado pisaba suelo mexicano en menos de 6 meses, algo impensable cuando acabaron mis vacaciones decembrinas.
Mi cena en el vacio aeropuerto Benito Juarez consistió de un refresco sabor lima-limón y galletas Principe. Para no dormirme y despertar sin pertenencias compré una revista ya que en la capital mexicana no tenían internet gratis, ni enchufes decentes donde cargar mis aparatos.
3er avión: Horas más tarde tomaba el tercer avión del viaje rumbo a Guadalajara, donde para aprovechar al máximo tomé el primer vuelo del lunes y me regresé en el último del martes. La aerolínea fue Interjet, la cual ofrece buen servicio y mejor puntualidad, y lo mejor de todo, es apenas un poco más caro que el viaje en autobus.
En la perla tapatía visité familia, y también aproveché para subirme al tren ligero – después de más de 10 años de no hacerlo – para visitar el centro de la ciudad. Al tomar fotos del tren fui regañado por el guardia quien aparentemente no sabe que muchisimas personas han de tomar fotos con sus celulares.
En Guadalajara comí manjares típicos como: carnes en su jugo, tamales, moyetes, menudo, longaniza, cesina, y claro, no podía faltar tomar un delicioso tejuino. Pasó demasiado rápido el tiempo y pronto estaba solo de nuevo en el aeropuerto Miguel Hidalgo esperando mi vuelo rumbo a la capital mexicana.
4to avión: Vuelo Guadalajara al DF, más dura la espera y el abordaje que el mismo vuelo. Llegando a la ciudad de México pasé 10 horas deambulando por el aeropuerto capitalino. Por fortuna y/o intervención divina agarré internet cortesía de Air France. A partir de las 6 de la mañana del miércoles empezaron a llegar mis compañeros del viaje.
5to avión: Antes de las 11 de la mañana ya iba despegando el gran avión de Lufthanse con rumbo a Munich, Alemania. Dicen que los vuelos transatlánticos son muy largos, pero no pude comprobarlo, pues según cuentan, la mayor parte del vuelo estube dormido. No creo que mientan mis compañeros pues si recuerdo haber intentado en 3 ocasiones ver la película del perro genio y su hijo humano y no haberlo logrado, mi teoría es que el filme estaba muy aburrido o después de haber pasado la noche sin dormir, simplemente caí rendido.
Otra cosa que recuerdo del vuelo: espectacular el servicio de la aerolínea alemana, aunque la comodidad de sus asientos no es de lo mejor.
6to avión: Cruzando el océano y llegando al país germano nos apresuramos a tomar otro avión, de una compañía que, honestamente desconocía su existencia: TAP Portugal. Nuevamente, y teniendo como pretexto el llamado «Jet Lag» me dormí la mayoría del vuelo, para mi fortuna desperté llegando a Lisboa y fui testigo de magnificas vistas que les comparto:
El destino principal del viaje era, como saben, el evento de Smart Times 2014, que se efectuó en Cascais, el cual es algo así como un municipio pegado a la capital portuguesa. Allí estuvimos 4 días y ya les compartí los pormenores en la Serie «Smart Times 2014».
7mo avión: Lisboa-Munich, esta vez por Lufthansa, mismo excelente servicio a menor escala ya que vuelo y aeronave eran más pequeños.
Llegando a Munich teniamos 5 horas para nuestro vuelo a la ciudad de México, nos entró la tentación de ir a la ciudad, sólo que el aeropuerto no está muy cerca que digamos y mejor nos quedamos en la terminal aérea, eso si, hicimos, o al menos hice todo lo posible por acabarme los pocos Euros que me habían sobrado, lástima que no me alcanzaba para ese reloj.
8vo avión: Con un retraso de al menos media hora salimos rumbo a América – el continente -, tenía planeado ver al menos 2 películas de las más de 80 que había para elegir, pero el cansancio o la vejez me vencieron y según cuentan apenas despego el avión yo ya estaba roncando. Tampoco sentí la turbulencia que dicen puso piel de gallina a más de uno. Dormí seguido todo el trayecto de vuelo sobre el Oceano y me perdí de la cena, cuando por fin desperté estaban sirviendo el desayuno. El capitan debió haber volado a la velocidad máxima pues a pesar del retraso aterrizamos en el DF a las 4:oo en punto.
Pasé un día entero en la Ciudad de México y para mi buena suerte esta vez no fue ambulando en el aeropuerto. Unos buenos samaritanos llamados Héctor Vega y Samanta Salamanca me recibieron en su casa, por si fuera poco me deleitaron gastronomicamente hablando y para cerrar con broche de oro Héctor me dió tremendo paseo por lugares con paisajes que jamás imaginé hubiera en la capital mexicana.
Siendo amante de los autos mi ejemplar anfitrión me llevó a visitar la única agencia Mastretta del país donde conocí en persona al MXT y al MXR, que después les presentare como se debe.
9no avión: El martes 22 de Julio tomé la aeronave que me llevaría de regreso al país de las hamburguesas, nuevamente volaría por United así que ya sabía que sólo recibiría un vaso con refresco. Pero, oh sorpresa! Que me tocó ventanilla en la fila de salida de emergencia, así que por fin pude estirar las piernas, el único detalle es que hasta que ya no la necesitaba supe donde estaba mi mesita.
Al llegar Houston me sorprendió la nueva tecnología para checar la procedencia de los pasajeros mediante kioskos con autoservicio, claro que después hay que pasar por migración y aduana cosa que pasé sin ningún problema. Otra cosa sorprendente, ya no es necesario quitarse los zapatos, al menos a mi no me lo pidieron, será que tengo cara de buena gente.
10mo avión: Por fin abordaba el último aeroplano de esta travesía, me tocó nuevamente ventanilla y en la fila 4, es decir casi hasta adelante, y vaya diferencia! Casi ni sentí el despegue ni el aterrizaje! Para la próxima selecciono mis asientos de esa manera, sólo que creanme, después de haber tomado 10 vuelos en 10 días – en teoría uno diario – no pretendo subirme en avión en mucho tiempo.
Llegué a Kansas City a las 7:30 pm y a casa a las 11 de la noche, estaba exhausto pero feliz por tremeda aventura que había vivido, y claro, también por haber vuelto a casa, a mi hogar, dulce hogar.
Wow excelente reseña, toda una odisea!