Automotriz/Smart/Viajes

El Prieto y yo…Una gran aventura. Introducción y Jueves. Parte 1.

Muchas de las grandes aventuras de mi vida las he vivido en un smart. Este año no ha sido la excepción.

Acabo de vivir la experiencia de mi vida: el haber manejado el smart Fortwo 2016 mejor conocido como Prieto por 2 países, 10 estados, 6 días y un total de 5,299.8 kilómetros.

En esta ocasión agradezco en primer lugar a Dios por haberme cuidado de todos los peligros del camino, a mi esposa Lula, hijos y demás familiares por su apoyo, al smart Club México especialmente Jonathan Chabre, Arturo Vega, Israel Chavira, Hector Vega (T0t0), Carlos Castellanos, Eduardo Cortês, José Antonio Sanchez, Anuar, Busvan, Leopoldo Contreras, Aldo Garrido, Juan Rojas y demás miembros que hicieron posible la odisea de la que orgullosamente fue participe y protagonista.

Y aunque lamentablemente es esta ocasión no respondió la marca y las agencias de la forma deseada, se demostró una vez más que la amismart, perseverancia y esfuerzo de los miembros del club puede con todos los obstáculos que los corporativos quieran poner .

Podría decir que esta historia comienza con la adopción del Prieto, pero ese capítulo ya se los presenté, así que adelantemonos hasta el momento en que recibo la invitación de parte del mismísimo Presidente fundador del smart Club México: ¿Te interesaría venir a la reunión nacional en Querétaro manejando el Prieto? Uff tremenda propuesta: me encanta manejar, me encanta smart y me encanta México. Y aunque parecía una locura, ¿Quién en su sano juicio podría decir que no?

A partir de allí empezó una gran labor de logística para poder llevar a cabo el viaje, ¿Quién iba a pensar que el transportar un diminuto auto y su conductor sería tan complicado? Por razones de transparencia a quienes tan amablemente donaron a la causa les cuento que los gastos implicados y que sus donativos ayudaron a mitigar incluyeron: gasolina, casetas de cuota, gráficos en vinil, hotel, seguro contra robo y daños en México, permiso de importación temporal vehicular, permiso para que su servidor pudiera entrar de turista al país donde vivió 20 años, depósito en garantía de que regresaría al auto a su lugar de origen y permiso de Mercedes Benz para poder sacar el auto de Estados Unidos, además de compensación laboral no recibida incurrida por mi cónyuge quien se quedó cuidando no uno ni dos, sino siete pequeños seres humanos capaces de enloquecer a cualquiera en muy poco tiempo.

La mayor frustración se dió al pedir el permiso a MB, quién por razones de incompetencia, falta de comunicación, falta de un mejor sistema, pésimo servicio al cliente o como quieran llamarle, hizo casi imposible el conseguir el papelito. Lo peor es que decían que ya lo habían enviado y cuando volvía a hablar era volver a empezar el proceso. No los aburriré contandoles los enojos, suspenso y malos momentos, solo basta con decir que a horas de partir recibí el permiso y pude comprobar que aún en los momentos cuando estás a punto de rendirte y sacar la bandera blanca, hay gente que te apoya y está allí echandote porras.

Ahora si, empecemos con la reseña:

Después de tener todo listo, llegó el día y la hora de iniciar la aventura: Jueves 12 de Noviembre a las 7:00 am. Con un par de horas de retraso por fin salí de casa. Como los pájaros que odian el frío y emigran en esta época, mi rumbo también era hacia el sur, por lo tanto conforme iba avanzando iba ascenciendo la temperatura gradualmente.

El plan era solo parar para ir al baño y poner gasolina, lo que no sabía  era que con el diminuto tanque de 8 galones tendría que parar muy seguido a que comiera el Prieto al grado de que hubo ocasiones en que yo aguanté más que él.

Se acordó que hubiera una especie de cobertura sin revelar el destino aunque fue un rotundo fracaso pues al primer post no faltó quién descifrara el enigma. Aprovechando que ya tenía smartphone y viajaba en un smart pararía en lugares estratégicos a poner actualizaciones. Mi esposa le había puesto todas las apps para hacer esto posible.

Hagamos una pausa. Hasta hace un par de semanas, yo siendo anticuado y anti-tecnología seguía utilizando un celular digno de museo cuyas únicas capacidades eran el hacer y recibir llamadas y mandar y recibir mensajes de texto. Al actualizarme, por unos días tuve un Samsung Galaxy que supuestamente no serviría en México por lo que en el viaje de ida tuve que hacer una escala en Oklahoma City para cambiarlo por un iPhone, cosa que es fácil de decir pero no hacer ya que hay que activarlo, crear el famoso y fastidioso «Apple ID» y todo para a fin de cuentas quedarme con un celular sin ninguna aplicación de las que ya tenía y bloquear Fakebook por «razones de seguridad» al detectar intentar ingresar desde otro aparato. En resumen, al vivir en pocos días un cambio tecnológico comparable a pasar de tomar leche bronca en biberón a mezcal con todo y gusanos en la botella fue algo abrumador. Y como se imaginarán terminó la cobertura en vivo en el foro.

Oklahoma City.

Una vez retomado el camino con 2 horas de retraso, reanudé el ritmo del viaje que solo se vió interrumpido por el trafico debido a tramos en reparación y accidentes en Fort Worth.

Antes entramos a Texas y lo cruzamos en su totalidad, es enorme.

Entre los acontecimientos del primer día del viaje, el Prieto cumplió 1,000 millas.

Finalmente llegué al hotel en Laredo, Texas a la 1:00 am.

El resumen del día fue el siguiente:

15 horas despierto, 854 millas, es decir, 1,374 kms. recorridos, velocidad promedio: 57 MPH, o sea, 91 km/hr y un rendimiento promedio de 40.5 MPG que se traducen a 17.22 KPL.

Había que descansar, al día siguiente recorreríamos otro buen tramo para finalmente llegar a Querétaro.

alsrac

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