El Canelo tiene uno, Cristiano Ronaldo también. Y no me refiero a trofeos o títulos sino al Ferrari Purosangue, un cavallino rampante con 4 puertas, el primer crossover de la casa Italiana.
Un crossover porque está basado en la misma plataforma que el Roma, además la misma Ferrari no lo llama SUV sino un FUV (Ferrari Utility Vehicle.
Esteticamente es muy agresivo, tiene su estilo propio, eso a pesar de que alguien muy ciego e ignorante quiso rebajarlo creando un meme donde decía que Ferrari gastó millones desarrollando un Mazda MX-30 mostrando la silueta de un CX-30 en realidad. Vamos, ni siquiera el Toyota Crown Sport que pudiera tener más semejanza le llega a las proporciones o a lo imponente del Purosangue.
Al no ser un Ferrari como los otros ciertamente se ve diferente aunque hereda ciertos rasgos de sus parientes predecesores como por ejemplo la parte trasera cuyas calaveras nos recuerdan remotamente a otros Ferrari. El resto es hasta cierto punto limpio con excepción del difusor que sobresale y sus escapes que resaltan. Tiene una discreta bandera Italiana justo bajo el nombre de la marca y por supuesto que no falta un alerón en la parte superior.

El costado tiene líneas caprichosas pero con el propósito de mejorar la aerodinámica del vehículo, vemos que las manijas están inmensamente mejor incorporadas a la carrocería que en la Lamborghini Urus aunque al igual que su paisana, la Purosangue tiene distintos tamaños de ruedas: de 22 pulgadas adelante y 23 atrás. Para los que no saben, las puertas traseras tienen apertura tipo suicida y el pilar ¨B¨ sigue presente.

El frente tiene una parrilla muy particular, lo mismo la que fascia tiene entradas de aire funcionales divididas por las luces diurnas e intermitente y que simulan ser los faros. Las luces reales están justo arriba de las entradas de aire de los extremos. El cofre tiene unas especies de túneles a los costados para facilitar el flujo del aire y mejorar la aerodinámica del vehículo.

La cabina tiene todo ese glamour Italiano que conjugan el lujo con el diseño extravagante pero elegante. La simetría parece ser la temática ya que incluso tiene una pantalla de 10.2 pulgadas frente al copiloto y la central brilla por su ausencia. El panel de instrumentos también es de 10.2 pulgadas. El tablero tiene curvas suaves pero se las ingenia para ser minimalista.

Lo que hace al Purosangue un Ferrari es su motor, en este caso localizado en la parte frontal y es un 6.5L V12 atmosférico con 715 HP. La transmisión es una de 8 velocidades de doble embrague. La aceleración de 0 a 60 MPH se da en apenas 3.2 segundos y la velocidad máxima es de 193 MPH es decir, 310 kms/hr. ¿Y el rendimiento? ¿A quién le importa? Bueno, por si quieren saber: 12/16 MPG. Nada mal.

Hay 26 colores a escoger y por supuesto nos tocó verlo en el tono que esconde todos los detalles. Como suponemos, las opciones de personalizarlo son casi tan profundas como los bolsillos de sus afortunados poseedores y es que aunque la página oficial no revela precio inicial, las malas lenguas dicen que supera los $400,000 dólares.

El Purosangue es un vehículo único, diferente, imponente, veloz y muy, pero muy digno de ser un Ferrari, aunque los ignorantes digan que parece un Mazda. Gracias a Ferrari Miller Motorcars en Greenwich, Connecticut, por las facilidades otorgadas.

