Ya los habíamos visto circular y nos habíamos quedado con las ganas, así que cuando la oportunidad se presentó no dudamos en subirnos a uno.
Me refiero a uno de los varios Jaguar I-Pace que andan circulando sin conductor por las calles de Los Angeles esperando a que los llamen para llevar a pasajeros, o conejillos de indias, como quieran llamarles, del punto A al punto B dentro de un área limitada de esa caótica ciudad.

Tuvimos que bajar la aplicación y caminar al lugar donde se pararía el coche ya que aparentemente tiene paradas pre-programadas así que no es como un Uber que te recoge y te lleva a donde le indiques, claro que dependiendo de tu ubicación el Waymo te dirá a donde acudir a la cita con su vehículo autónomo.

El precio, al igual que otros servicios de taxi de plataforma, varía dependiendo de la distancia, la hora y la demanda pero es muy similar al de dichas aplicaciones llámese Uber, Lyft, etc.
El mayor desafío entonces no es el localizar uno o pagarlo sino el animarse a que la tecnología tenga la vida de los humanos a su merced. Cuando el auto por fin llega, y no es que tarde demasiado, hay que primero correr a donde se detuvo que pueden ser unos metros adelante de donde estabas esperandolo, después hay que desbloquear las puertas ¿con qué más? con la aplicación.

El auto cuenta con cámaras, sensores y un sin fin de componentes para que pueda ver las calles, otros vehículos, peatones, obstáculos y todo lo que un vehículo en movimiento debe sortear y debo reconocer que al principio los nervios le ganan a la emoción de estar a bordo de algo tan futurísta.

Esos nervios pueden convertirse en pánico en cuestión de segundos, sobretodo cuando ves que el auto, como los conductores humanos, titubea a la hora de por ejemplo, dar vuelta cuando viene el tráfico de frente.
Aquellos acostumbrados a manejar todo el tiempo y quienes odian ser pasajeros tendrán una idea de lo que es ir sin el control del vehículo, ahora multipliquen eso a la máxima potencia al ver que el asiento del conductor está vacío y el auto está en movimiento.

Debo aceptar que conforme va avanzando y ves que sigues con vida, sientes como el auto autónomo le va agarrando confianza al camino llegando incluso a rebasar otros coches más lentos, cambiar de carril siempre poniendo la direccional y esquivando los típcos obstćulos del camino, viendo eso te empiezas a relajar un poco.

Ayuda que el auto tiene música ambiental que puedes controlar tú desde ¿dónde más? pues el radio del Jaguar obviamente. Eso sí, ni se te ocurra tocar el volante, hay un advertencia en el mismo, no sé que pasaría si lo haces, seguramente el carro se detendría o en el peor de los casos te expulsaría de tu asiento. Es broma.

De momento está disponible directamente en Los Angeles y San Francisco, California y con suerte pidiendo un Uber te puede tocar en Austin, Texas.

A fin de cuentas el vehículo nos llevó a nuestro destino y vivimos para contarlo. En experiencia propia fue algo positivo, casi de película, de ciencia ficción, cosa de robots y por todo eso vale la pena subirse.
